lunes, 20 de mayo de 2013

Emociones y Razón: felicidad y bienestar (II)

Hablábamos en nuestra anterior publicación de lo complejo que se hace en nuestras sociedades asegurar unos niveles óptimos de felicidad y bienestar. Pues bien, continuando con el tema podemos decir que ello se debe fundamentalmente a dos cosas. Primero, a que la felicidad históricamente se ha vinculado a elementos supranaturales: indirectamente al paraíso perdido y por eso añorado o al cielo esperado; por lo tanto a elementos hoy en día difícilmente resignificables dada nuestra particular relación con lo sagrado. Segundo, a que en referencia al bienestar urge revisar sus fundamentos últimos. Ello no sólo porque su pretensión de asociar y subsumir el sentido de la felicidad en unos determinados bienes siempre termina quedándose corta, sino por su identificación con unos estándares vitales que la propia realidad impone revisar.
No por nada decíamos en nuestros Diálogos Filosóficos que dicho bienestar, sociológicamente necesita de finalidades alternativas a las del desarrollo tecnológico burgués. De ahí algunas de estas posibilidades, al menos como instancias críticas a las propias limitaciones del bienestar tal cual ha llegado a nosotros:
     - el comunismo concebido como sociedad fraterna capaz de transformar las relaciones sociales.
     - la religión en tanto paradigma que va de los humanismos aperturistas a los fundamentalismos identitarios.
     - la democracia deliberativa.
     - la posibilidad de nuevas finalidades económicas.
     - las políticas más conscientes de las complejas relaciones entre acumulación y consumo y entre bienestar inmediato y bienestar futuro.
Al respecto, especialmente sobre las dos últimas cuestiones, prestad atención a la propuesta de Marina Garcés. Joven filósofa que nos invita a redefinir el papel de lo colectivo y lo comunitario desde la positividad que puede tener en nuestras sociedades el ser seres anónimos. Ello de cara a la crisis que las instancias tradicionales de participación están viviendo... ¡Echadle un ojo, vale la pena!


Esperamos que al menos su aporte haga repensar la propia ubicación respecto al hoy que nos toca.Y como siempre os decimos, quedamos a vuestra disposición. Podéis escribirnos o llamarnos:
c. Perpetuo Socorro 4, oficina 3  -  50006, Zaragoza
coachsergiolopezcastro@gmail.com
616 023 822
http://laplazadelafilosofia.blogspot.com
Os dejamos un saldo cordial.

sábado, 11 de mayo de 2013

Emociones y Razón: felicidad y bienestar (I)

   Después de un breve paréntesis, volvemos sobre nuestro compartir parte de las reflexiones que mes a mes hemos venido haciendo en nuestros Diálogos Filosóficos. Dejadas atrás la soledad y la muerte, nos propusimos repensar la necesaria articulación que, entre unos bienes necesarios para la vida y el propio sentido que de la vida tengamos, debe darse para sentirnos felices o al menos en cierto equilibrio en este mundo y tiempo que nos toca. Al respecto, dos consideraciones nos parecieron fundamentales.
   1º Que históricamente la felicidad se definió en relación a ciertos bienes: la virtud y la sabiduría en el caso de los clásicos o la virtud y la sabiduría encerradas en Dios a partir de la emergencia del cristianismo. Así las cosas, llegados a la Modernidad, si bien habrá un corrimiento respecto a la identificación de la felicidad con el ver a Dios cara a cara, la misma seguirá dependiendo de aquello que la haría posible: por caso, en un extremo, la razón iluminista. Sin embargo -como índice de una perspectiva ya más cercana a nuestra sensibilidad- importa subrayar como Kant terminará por convertirla en un tipo subjetivo de la razón. En otros términos, en un tipo de satisfacción que si bien seguirá permaneciendo ligada a un bien, tendría entidad por si misma. Vemos por tanto como al fin irrumpen unos planteamientos que harán de la felicidad una cuestión también interior o intersubjetiva, no solo dependiente de unos determinados bienes exteriores.
   2º En referencia al bienestar, que éste tiene relación con los estándares de vida devenidos de los valores de la sociedad burguesa y el consecuente desarrollo tecnológico de la misma, específicamente a través del capitalismo. Unos valores y un desarrollo que hoy son aspiración interclasista, de ahí la necesidad de su regulación por parte del Estado. Ahora bien, lo dicho parece suponer y exigir la posibilidad de un replanteamiento. En efecto, derivados dichos estándares de la cultura pequeño y mediano burguesa, habría que ver ¿hasta donde pueden criticarse, superarse o corregirse? Máxime cuando el propio estado de bienestar que los regula y exige, parece entrar en crisis recurrentes cada vez más frecuentes.
   Por lo tanto, de cara a la articulación que nos interesa, habrá que saber conjugar aquello que a lo interior y exterior de nosotros mismos, individual y colectivamente, corresponda aportar tanto a los índices de felicidad como de bienestar a los que aspiremos. Teniendo en cuenta que si bien ambos se solapan en mucho, son ámbitos diferenciados, es decir, ni renunciables ni intercambiables en su especificidad.

Quedamos como siempre a vuestra disposición. Escribidnos o llamadnos.
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