lunes, 29 de octubre de 2012

Emociones y Razón: ¿qué dicen la ciencia y la filosofía?

Que en la publicación anterior hablásemos de la Inteligencia Emocional (en tanto capacidad de manejar conductas y comportamientos más allá de lo meramente racional) como moda u oportunidad, no tiene que ver con un planteamiento escéptico respecto al papel de las emociones en nuestra vida, si no a una valoración crítica sobre lo que a veces no pasa de ser un tratamiento banal de las mismas. Especialmente cuando el mundo de lo emocional quiere ser conquistado por parte del mercado barato y chapucero del bienestar o entra con calzador en algún que otro discurso de los llamados correctos.
Por eso hoy os proponemos, a modo informativo, trabajar sobre dos cosas, y luego, en breve, proseguir con nuestra indagación. Así, primero, echadle un ojo al vídeo en el que Eduardo Punset y Antonio Damasio (en la última parte del mismo) nos ayudan a precisar qué son las emociones y qué son los sentimientos, y cómo si bien entre ellos hay una intrínseca continuidad, saber qué nos sucede, en última instancia dependerá de "la lectura" que nuestra mente haga. 

 

¿Que nos dicen entonces Punset y Damasio? Pues que ambas realidades, en un punto chocan con ese ámbito donde nuestros juicios de valor tocan, muy fuertemente, con el componente corporal. Por eso podemos afirmar que las emociones constituyen un continuo que se desenvuelve entre un polo mental: el elemento cognitivo de la emoción misma, las interpretaciones y juicios valorativos que se hagan de ella, y un polo corporal: una conmoción somática, ciertas reacciones físicas.
Ahora bien, visto ésto, es aquí donde queremos inscribir la segunda parte del trabajo que os proponemos. Trabajo que va a consistir en recordar precisamente aquello que la filosofía estoica nos legó con tanta claridad a través de su insistente llamado a discernir -de cara a los estímulos que estarían en la raíz de nuestra emocionalidad- qué depende de nosotros y qué no. Al respecto decía Epicteto:

No son las cosas las que nos disturban, sino nuestro juicio sobre las cosas. Nada es responsable de la alteración y de la agitación sino la opinión.

Somos libres para intervenir en el ámbito de nuestras representaciones.

Es clave la distinción entre lo que depende de nosotros y lo que no depende de nosotros.

Pues lo dicho, en breve seguimos avanzando a partir de lo compartido hoy. Y como ya sabéis, quedamos a vuestra disposición para lo que queráis o necesitéis comentar o consultar.
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domingo, 7 de octubre de 2012

Emociones y Razón: el planteamiento hoy

Se ha empezado a hablar de Inteligencia Emocional (IE) especialmente a partir de 1985, año en que D. Goleman publicó el libro del mismo nombre. Según éste psicólogo estadounidense, la IE viene a ser la capacidad personal de manejar una serie de habilidades emocionales -conductas y comportamientos- estrechamente relacionadas con lo actitudinal -modos de ser y estar-.
 
A partir de Goleman, la catarata reflexiva en torno a lo emocional y también en torno a lo que le es complementable: el patrón de las Inteligencias Múltiples de H. Gardner, parece evidenciar como nunca, los límites de la razón instrumental con que la Modernidad intentó marcar el curso de la vida occidental. Por lo tanto, hasta aquí, la viabilidad de su éxito pasaría por indicar que el primado de la razón intelectual parece haber llegado a su fin.
 
Sin embargo, creemos necesarias dos observaciones. La primera tiene que ver con que el fenómeno de la IE puede verse al día de hoy, o como moda o como oportunidad. Para los que se aproximen al mismo desde lo primero, tarde o temprano los límites se harán evidentes. Para los que en cambio lo hagan desde el sentido de lo oportuno, quizá al IE pueda convertirse en un instrumento capaz de devolver su lugar al influjo de los sentimientos en la vida personal y relacional, en la vida profesional y moral. Un instrumento capaz de ayudarnos a adquirir un nuevo pensar, un pensar destinado a un nuevo cuidado de nosotros y de los demás.
 
Ahora bien, así como la primera observación hace a una cuestión de actitud, la segunda responde a cuestiones de conceptualización y puestas en práctica fundamentales. En efecto, frente a la IE podríamos decir que estamos ante un cambio de paradigma; pero claro, recién está incoado, con lo cual la precisión conceptual requerida en torno al mismo puede ser más que ambigua. Por otro lado, como cosa a experimentar aún, se nos escapa en cuanto a esa mensurabilidad que de la realidad debe tenerse para, desde los efectos, reforzar los ámbitos de lo intuitivo e hipotético de los que se parte al momento de "construir" conocimiento.
 
Tenemos por lo tanto, frente al hecho de ser una moda o una oportunidad, que la IE debe aún consolidarse como constructo teórico, capaz de explicar suficientemente lo que pretende. De ahí que nuestra indagación posterior apunte hacia los ámbitos desde donde se lo pueda reforzar y/o corregir como también explicación efectiva de lo humano.
 
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